10.9.06

un espigón


Sabían que beber vino junto a aquel faro era algo que nadie les había enseñado a hacer. Elitistas entre pescadores, que dirían algunos. Al fin y al cabo todos estaban allí por el mismo mar. A veces pasaba un barco diminuto rodeado de cientos de gaviotas y todos guardaban silencio. A veces las olas les pasaban por encima y ninguno de ellos se quejaba, claro que no. A veces el pequeño faro rojo era el único punto cardinal del mundo. Y a mitad de camino entre la luna y la ciudad, todos eran los héroes de todos.