noctámbulo

Me encanta estar despierto por la noche. El silencio de los que duermen. La luz que sube desde las calles. Imaginar que alguien me espera en la cama (y hacerme de rogar). El paseo indiscreto por otros blogs. La adrenalina del viaje a la cocina a oscuras. El sabor rancio del tabaco en exceso.

Pensar.

Trabajar.

La letanía de las cosas pendientes (mejor mañana). El olor a café de los que despiertan. La dialéctica del espejismo u otros posts para otra época (que sus ojos, que la noche convulsa, que los dos). Y la recompensa del sueño al cerrar los ojos.

mala hostia impulsiva

Quizás esté borracho. Igual no es el momento. Y a lo mejor me está costando escribir más que a un manco.
Pero es que me quedo perplejo ante la falta de empatía de la gente. Y me refiero a todos. No creo que sea tan difícil darse cuenta de las cosas.
Pero es que todo el mundo ha perdido el respeto. "Me da igual lo que te pase, para qué voy a pensar en los demás". Me toca los cojones todo esto. Parece que vivimos en burbujas que no afectan a los que nos rodean, y no es así.
Y, bueno, este post ni siquiera merece comentarios. Sólo quería desahogarme.

estética en las alturas

Odio montar en avión. Hubo un tiempo en el que me gustaba, pero era pequeño e inocente (más inocente). Antes había juegos como guardarme mantequilla en los bolsillos de la chaqueta para descubrir al cabo del rato que se había derretido. Y mi madre se moría de la risa aunque intentaba poner cara seria. A veces me ponía de acuerdo con las azafatas para regalarle cosas en pleno vuelo y me convertía en la estrella del avión.

Tiempo después ya viajaba solo. Y un día me dio un ataque de ansiedad. Desde entonces las nubes siguen siendo bonitas y cuando veo que otro avión pasa por encima o por debajo del cacharro en el que voy yo aún me da una punzada de belleza por dentro.

Pero ahora volar significa ansiolíticos y estado catatónico y estómago-big bang.

Aunque una pequeña parte de mi sentido estético (el poco que tengo) me sigue hablando por lo bajo de mar de nubes, sol descarado y cruces de caminos. Cómo me gustaría poder disfrutarlo.

tragedia en la habitación

Las sábanas de mi cama se han suicidado, hartas de tener que dormir sólo conmigo.

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